
Meditaciones de Semana Santa

Palabra 7: La Palabra de Expiación
Texto: Lucas 23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

Con esta exclamación, Jesús estaba concluyendo su sermón más poderoso pronunciado desde la cruz. En ella hay dos hermosas verdades: su relación profunda con el Padre y la autoridad que tenía sobre su propia vida.
Jesús siempre testifico de esa gran relación que gozaba con el Padre, y ahora, a diferencia de la frase cuatro, le habla para descansar en él al concluir su obra redentora. ¿Quien mejor que su Padre para el descanso de tan cruel castigo que había recibido por amor a toda la humanidad? El Hijo conocía muy bien esas manos seguras y amorosas con las que con tanto cuidado y delicadeza habían creado el universo y al mismo hombre-- las mismas manos con las que había liberado al pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto-- y ahora en esas manos descansaria el que estaba liberando al mundo de su condena.
Esta es una excelente frase que nos habla de la estrecha y tierna relación de confianza que tenía Jesús con su padre celestial, cumpliendo la profecía de las palabras del Salmo 31:5 que dice “En tu mano encomiendo mi espíritu”. Esta era una oración que los judios decian antes de ir a dormir, más el Señor la usó antes de morir.
Con esta frase demuestra que fue un acto de su voluntad propia porque nadie le estaba quitando la vida; él la estaba entregando voluntariamente así como lo había declarado en San Juan 10:17-18 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. (RVR1960).
Por esta declaración entendemos que Jesús pudo, a manera cabal, ofrecer su vida en expiación por los pecados del mundo.
Jesús nos enseña la manera más noble de amar. Dando su vida por nuestra felicidad, el dijo en San Juan 15:13-15 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos.
Por lo que ha hecho en la cruz del calvario, podemos decir, con toda seguridad, que él es el amigo más bueno que podemos conocer, y decidir darle el control de nuestra vida por la eternidad.


-- Pastor Sergio Pablo De La Garza